Sábado 21 de agosto de 2021
Investigadores aseguran que estas protecciones afectarían el flujo de aire de lugares cerrados.
El surgimiento del Covid-19 significó una reinvención de la gente para protegerse del virus. Entre ella, se han instalado escudos de plástico en oficinas, negocios, salas de clases y otros, tratando de impedir la transmisión mediante saliva o tos.
A pesar de esto, algunos investigadores advierten que las protecciones de plástico podrían no ser las mejores debido a que impiden un flujo de aire normal.
Normalmente, las partículas de saliva se dispersan y mueven según la corriente de aire, por lo que, dependiendo del sistema de ventilación, se podrían sustituir por aire fresco aproximadamente cada 15 o 30 minutos.
Las barreras de plástico podrían cambiar el flujo natural de aire que tiene una habitación e interrumpir la ventilación, por lo que las partículas de aliento podrían acumularse y tener una concentración más alta.
Si bien es cierto que estas protecciones previenen la transmisión de grandes gotas expulsadas durante las tos y estornudos, el Covid-19 usualmente se transmite por partículas tan pequeñas que llegan a ser invisibles.
Debido a que no se ha realizado una gran cantidad de investigaciones que reafirmen el impacto de las barreras transparente, científicos de Estados Unidos y el Reino Unido han empezado a estudiar este tema.
Algunos estudios indican que las pantallas de protección en salas de clases u oficinas impedían el correcto flujo de aire, o que estas tenían menos efecto que la correcta ventilación y uso de mascarillas.
Catherine Noakes, profesora de ingeniería ambiental para edificios de la Universidad de Leeds, explicó al New York Times que si bien una barrera podría proteger a un trabajador ubicado detrás de esta, un trabajador cercano u otros clientes no podrían correr la misma suerte.
